En el cero

Era el año 3,14. El Joven Pedro Manuel Abscisas fue invitado a un evento de sociedad en el cual tuvo la múltiple suerte de conocer a una de las señoritas mas hermosas de ciudad Aritmética. Juana De Las Ordenadas Común Denominador se llamaba, hija de Don Jacinto De Las Ordenadas y Doña Sonia Común Denominador.

Era un baile asimétrico de Salón donde tocaba la Banda de moda “Los Primos”, el evento había sido organizado para rendir homenaje a los veteranos naturales, quienes habían luchado en la batalla de la división de los enteros, hacia ya muchos números negativos.

Se conocieron por adición, no restaban palabras ni miradas el uno del otro, en un mínimo de tiempo ya sus labios convergían, y en un máximo de entusiasmo resolvieron su unión.
Uno punto cinco, mas uno punto cinco hijos tuvieron. Los llamaron Juan Isósceles, Manuel Equilátero y Luis Escaleno.

Fueron felices en muchos ángulos de sus vidas, descubriendo todas las ecuaciones del amor. Convivieron en una misma área, trazando el radio de la comprensión. La verdad, causaban envidia entre todos los infelices vecinos del álgebra, pero siempre dibujaron una sucesión de puntos para separarse de los malintencionados y permanecer inmunes a los necios en el diámetro de su relación.

Luego de nueve mil ochocientos sesenta y cinco días de matrimonio, Juana falleció de un mínimo común múltiplo ataque al corazón. Llevándose consigo la totalidad del numerador del alma de Pedro Manuel, quien pacientemente solo espero tres mil seiscientos segundos para morir de tristeza y cruzarse nuevamente con su mujer De Las Ordenadas, allá en el cero, en el origen de todo, entre el uno y el menos uno donde “x” y “y” siempre se encuentran.
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Este cuento lo escribí hace ya 10 meses, y lo publico aquí con la intención de recordarme que alguna vez supe escribir y para confesar que deseo hacerlo de nuevo. 

2 comentarios:

  1. Que hermoso, me encantó la creatividad que tiene, al leerlo pensaba como a mi padre le gustaría está historia, así que se la enviaré.
    Cuando nos convertimos - o nos convierten- en adultos, y empezamos con esa vida, se nos olvida las cosas que para realizar, necesitamos de la inocencia infantil -muy a lo principito-, pero volver, recordartelo es la mejor manera de volver a empezar :)

    Saludos! Seguiré visitándote vale!

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  2. bravooo!!! has hecho muy bien de publicarlo Gabriela :-)

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